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IMPULSO FUGAZ

 

 

En esta hora de calma, mirando el silencio del espejo, cuando el orden se impone en mi armario, me obligo a enfrentarme a la rutina de guardar también los recuerdos. Esos que me hacen abstraerme en acaparar signos de benevolencia con el paso de los años. Ahora que el tiempo transcurrido ha conseguido, aplacar la herida mortecina que causó tu partida, a hora tan temprana, me atrevo a desterrar definitivamente, los rastros de tu presencia. Esa que durante años guardé en el lugar más cercano a mi corazón. Allí donde ineludiblemente te buscaba cada noche. Pero lejos de olvidarte, al desempolvar mi vieja falda de cuero, se agolpan con más fuerza sobre mis sienes los momentos compartidos y esa locura de risas caminando por la Gran Vía, rumbo a Pirandello donde todos los sábados bailábamos hasta el amanecer. Y de nuevo en septiembre, con el cambio de estación, confluyo en la misma dualidad, hasta dejar mi falda de cuero colgada de nuevo en el armario, como recuerdo efímero de nuestra pasión.

 

Teresa Sánchez

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